Durante años, he trabajo ayudando a mis clientes a montar sus sistemas erp. Esto implica conocer un montón de áreas y no dominar en absoluto ninguna.
Los consultores de implantación controlamos el software que se implante- eso está chupado, sólo hay que leer manuales y probar y darse de tortas hasta que se comprende. Para que las cosas funcionen realmente bien, el software es una herramienta, pero la verdadera clave del éxito en una implantación es el conocimiento que tiene o sabe obtener del cliente el consultor. Así, tu puedes no saber de un tema pero eres capaz de que el cliente te lo transmita, entenderlo, aprenderlo e incluso llegar a discutir si no estás de acuerdo con él o ayudarle a profundizar en aspectos que no ha tenido en cuenta.
Pero nunca es el consultor el crea el conocimiento inicial del negocio. Nunca partes de cero. Siempre hay una toma de datos donde el cliente te explica su negocio y los recovecos del mismo. A veces te oculta información, pero como te ha contado el resto acabará dándote pistas sobre lo que te ha ocultado.
Yo creo haber sido una buena consultora. Me encantaba el mano a mano con el cliente, bucear en su información y en su negocio, aprender, porque siempre se aprende, discutir y compartir. Incluso cuando el cliente tenía mala uva, que también los hay.
Hasta ahora nunca partí de cero. Cero historial previo, cero estadísticas, cero experiencia en el sector, cero en conocimiento de los problemas.
En cinco meses he aprendido infinito. Más proporcionalmente que en muchos proyectos, porque todo lo hemos tenido que ir descubriendo nosotras, pero sigo sin poder cerrar los costes unitarios de los productos. No porque no tenga unos costes más o menos ajustados, sino porque no consigo sentirme a gusto con el resultado.
Esto se debe, fundamentalmente, a que si conseguimos de una forma consistente el mismo precio para el mismo producto es casi un milagro. Las diferencias son increíbles. Hemos pagado por un nylon muy similar hasta 4 veces más a un productor frente a otro y así no hay quien se organice. Ni qué decir de mosquetones donde el precio se multiplica hasta por 8 en piezas a la vista idénticas.
Trabajamos a coste medio ponderado, lo que minimiza el impacto, pero aún así es inquietante. Es frustrante, pero hasta que no consigamos tener un grupo de 2-3 proveedores para cada producto, con calidades y precios similares seguiremos con esta zozobra, ya que cada pedido impacta seriamente en el coste.